Suple, casa intervenida, Santiago. 2004

La casa es chica pero el corazón es grande.

0,8m. x 2,38m. x 0,05 m.

Marco de fierro doble, 2 paños de vidrio y 3.600 caracoles en resina de poliéster.

3.600 caracoles en resina de poliéster entre 2 vidrios situados en la puerta del balcón de una casa intervenida escultóricamente en exposición Suple, 2004

En los últimos años, un fenómeno parece ineludible para quienes se han formado en el género escultórico: su deslizamiento hacia el arte objetual, el difuso campo de la instalación y, recientemente, hacia la intervención arquitectónica. La mayoría de los consignados escultores, han debido previamente pasar por las claves formales y materiales del Minimalismo; han debido, en este tránsito, despojarse de toda una gama de presupuestos estéticos adquiridos: el privilegio sagrado del oficio manual, el respeto por el monumento y el carácter antropológico-humanista a nivel temático o de sentido. Pero esta modernización de género no ha supuesto necesariamente una cierta pérdida de ciertos valores tradicionales relacionados con la paciencia y el cuidado inherentes al oficio; tampoco una merma de aquellos valores sustentados en un respeto por la economía en el uso del lenguaje. El tratado de Paola Podestá se sostiene en un deslizamiento de la escultura al espacio arquitectónico, complementada además con un cuidada laboriosidad y una economía  a nivel de articulación formal de la obra. El resultado aquí es un ventanal, compuesto por la repetición modular de una trama de caracoles de resina. Cada módulo -3246 en total- ha sido elaborado y producido artesanalmente. La percepción del conjunto de la obra sugiere una especie de membrana traslúcida. En este punto, su operación estética estaría más cercana a la tradición de la “Abstracción Excéntrica” en relación a la expansión del arte minimalista en dirección a la emergencia de ciertos contenidos exógenos a la mera repetición modular estructurada a partir de esquemas rígidos: “nada menos convivial que un cubo”, sostuvo Lucy Lippard. Paola Podestá no ha desechado el rigor formal del minimalismo (y su culto por la repetición modular); tampoco sus proyecciones hacia el soporte arquitectónico. Lo que ha hecho es abrir dicha veta hacia un aspecto reconocible en lo que se podría llamar una “estética convivial”.

Guillermo Machuca